Tuvo amigos en la Mafia y fue el cantante melódico más famoso del mundo. Se casó cuatro veces y le dieron un Oscar. A la biografía de Frank Sinatra sólo le faltaba un escándalo: ser padre ilegítimo. Eso es lo que denuncia Julie Sinatra, hija bastarda de “La voz” y que entabló una lucha legal con los herederos para llevar su apellido. Julie, 63 años, es fruto del romance de Sinatra con una camarera de casino. Asegura que su hijo Dan “es el vivo retrato de su abuelo y canta como él”.
La última vez que vi a Frank Sinatra fue en California en 1983. Él tenía 68 años y pese a que su pelo ya no era suyo, el tratamiento facial y los masajes mantenían su piel tersa y sonrosada. Sus ojos de color azul, tan característicos, todavía emitían una viveza especial. Veintitrés años más tarde, su mirada regresa en los ojos de una mujer en este paraje de Arizona, en lo profundo de Estados Unidos. No sólo en el brillo de su mirada sino en la forma de su cara, su autocontrol al hablar, el cigarrillo como un punto de apoyo... El parecido con La voz resulta extraordinario.
La interlocutora afirma ser hija secreta de uno de los cantantes y actores más célebres del siglo XX. Fue bautizada como Julie Ann Maria Lyma, pero en 2001 se cambió el nombre por el de Julie Sinatra, en lo que vino a ser el penúltimo escalón de una prolongada lucha por demostrar su verdadera identidad. Escuchar a Julie se revela como un relato apasionante, un folletín en la trastienda de la fama y una batalla legal sin fin.
Julie Ann Maria Lyma nació el 10 de febrero de 1943. Tuvieron que pasar décadas para que su madre, de nombre Dorothy Bonucelli (fallecida a los 87 años, en 2002), aunque conocida en el mundo del espectáculo como Alora Gooding, le confesara su verdadero origen. De pequeña, Julie estaba convencida de que su progenitor había sido el primer marido de su madre, Tom Lyma, un representante de vino italiano, viajero y mujeriego. "Lo triste es que al fin me enteré de quién era mi padre, pero me impidieron verme con él antes de que muriera en 1998. Eso todavía me duele. El dinero nunca ha tenido para mí ninguna importancia", explica.
Flechazo. La historia de la azarosa existencia de Julie arranca en 1938. En un casino de Riverside Inn en Reno, Nevada, Tom Lyma conoció a Dorothy, por aquel entonces una camarera elegante y escultural. Mantuvieron un idilio, a pesar de que Lyma estaba casado con otra mujer joven con la que tenía una hija. Cuando Frank Sinatra se topó con Dorothy, dos años después, en octubre de 1940, Lyma se había mudado a trabajar a Sacramento, en California.
En aquellos años, Sinatra era un figurín obsesionado con su carrera, que actuaba con la orquesta de Tommy Dorsey. Había llegado a Los Ángeles para cantar en el Palladium Theatre y para intervenir como cantante en la película Noche en Las Vegas. Dorothy actuaba de vez en cuando en películas como extra. Trabajaba en los hoteles de juego de Nevada como camarera, aparcacoches, vendedora de cigarrillos, encargada del guardarropa y ayudante de un célebre gangster de Las Vegas: Benjamin Bugsy Siegel.
Sinatra y ella se vieron en los decorados del filme, tontearon... y la noche fue de ambos. Con rapidez se fueron a vivir juntos al Hotel Plaza de Los Ángeles. Según Julie, la historia de amor entre su madre y el cantante "fue un flechazo a primera vista. Décadas después, mi madre me enseñó aquellas fotografías de 1940. Las tenía guardadas en el cajón de su ropa interior. ¡Qué triste! Desde que conoció a Frank Sinatra, todos y cada uno de los días de su vida vería aquellas fotos y no dejaría de pensar en lo que podría haber sido...".
Porque el destino pudo dar un giro. En A su manera, la biografía no autorizada de Sinatra escrita por Kitty Kelly, hay una insinuación del representante personal del artista, Nick Servano, en el sentido de que La voz quiso divorciarse de su mujer, Nancy, y casarse con Alora Gooding (Dorothy). El caso es que la hija ilegítima vino al mundo en 1943, algunos meses después de que ella y Lyma se hubieran casado.
Julie cree además que Dorothy, que inundó de alcohol sus últimos días, la culpaba a ella de una vida infame, que pudo haber sido gloriosa bajo los focos de Hollywood. "Una vez estuvo a punto de estrangularme. ¡Ah, sí! Sufrí malos tratos físicos, pero es la carga emocional la que de verdad deja marcas", se lamenta. Además, su madre trató de disfrazar el innegable parecido de la cría con peinados tupidos y rizados. El desbarajuste familiar fue en aumento cuando Dorothy se divorció de Lyma para casarse con un tal Harry Misfeldt, un farmacéutico de Carmichael, California.
Desconcertada, las indirectas familiares fueron minando a Julie. "En cierta ocasión, a los 12 ó 13 años, mi tía Iva me llamó, me sentó y me dijo: ‘te voy a poner un disco de Frank Sinatra. Por lo menos tendrías que escuchar su música’". Cuando tenía 16 años, su novio de entonces le regaló un perrito de peluche. Sin intención, ella lo llamó Francis. "Mi madre perdió los estribos cuando se lo enseñé y le dije el nombre que le había puesto. ‘¡Le has puesto de nombre Francis nada más que para burlarte de mí!’, me reprendió con ira".
La noticia bomba explotó algunos años después. Harry Misfeldt ya había muerto de un ataque al corazón en 1954 y Dorothy se había vuelto a casar con un tal Carroll Hunter. Vivían en Long Beach, California. "Pasábamos las vacaciones de verano de 1960. Como la mayoría de las chicas de mi edad, en aquella época estaba colada por John F. Kennedy. Se me ocurrió comentar que me gustaría ser lo suficientemente mayor como para votar por él. Eso sacó de sus casillas a mi padrastro. "Eres una rojeras, como tu padre", le gritó Carroll con desprecio. "Tom Lyma no pronunció en su vida ni una palabra sobre política, que yo recuerde", replicó ella. Entonces Hunter desveló el misterio. "Lyma no era tu padre. Tu padre es ese cantante rojeras que es amigo de Kennedy", esclareció.
Julie se quedó helada, pero no le trasladó la pregunta a su madre para evitar otro de sus arranques de furia. Tiempo después, cuando Julie intentó por las buenas aclarar aquella revelación, su madre y su padrastro se negaron a entrar en detalles y no le hicieron caso. "Un malentendido", dijeron, y luego llegaban en cascada reproches, broncas y feroces diatribas por culpa del tema. Con la duda encima, la chica siguió con su vida y dejó que este asunto se fuera muriendo.
Pistas en la tele. Así pues, en plena adolescencia, Julie supo que era hija ilegítima, que Tom Lyma no era su padre y que se derramaba sobre ella un goteo permanente de pistas acerca de su origen. Cierto día de junio de 1996, la CBS emitió una miniserie sobre la biografía de Frank Sinatra. El programa atrajo su atención. En él se explicaba todo, con pelos y señales. Había una secuencia en la que aparecía una aspirante a actriz, una muchacha monísima con un garbo especial. La pose le recordó poderosamente a su madre. A Julie se le encendió la bombilla, el preciso instante en el que todas las pistas y los indicios del pasado cristalizaron en su mente. Julie fue al grano y le preguntó a Dorothy si Frank Sinatra era su padre. "Me respondió ‘¡Sí!’. Eso fue todo. Un simple sí. Nada más. La noticia supuso para mí un alivio por una parte, pero por otra me puso furiosa. Le pregunté por qué no me lo había dicho nunca. ¿Qué pretendías, protegerme o algo así?, le pregunté".
Poco a poco la historia fue saliendo a la luz a medida que Julie le iba sacando información a su madre. Ella quería saber las razones por las que había mantenido todo este asunto en secreto. Cuando Dorothy descubrió que estaba embarazada, Sinatra se encontraba de gira con Tommy Dorsey.
La mejor opción fue el silencio, puesto que en Hollywood hay unas cláusulas morales estrictas. Una simple figurante con un niño fuera del matrimonio y adiós a su carrera en el show business. La carrera de Sinatra también se habría acabado si la historia trascendía. Si ocultaba la verdadera paternidad de Julie, Dorothy podría seguir manteniendo su historia de amor con el cantante y desarrollar su propia carrera. Quería ser una estrella, "así que accedieron a un pacto de silencio aunque las circunstancias se llevaran por delante su sueño de una vida con Frank Sinatra".
Antes de la muerte de su padre, Julie decidió pasar a la acción. Intentó, con el asesoramiento del bufete de abogados Rod and Carol Lynn, de Arizona, ponerse en contacto con la familia Sinatra. Resultó ser una empresa muy frustrante. En lugar de quitársela de encima inmediatamente, fue como si los Sinatra estuvieran al corriente de quién era ella, como si esperaran que apareciera. En el fondo se habían preparado para una dura lucha judicial. Con el patriarca de la familia, Frank Sinatra, enfermo y agonizante, en el camino de Julie se interpuso una legión de abogados. "Intentaba por todos los medios ver a mi padre antes de que muriera. Era todo lo que quería", evoca.
Trató además de recurrir a su hijo Dan, nacido en 1964, para que le ayudara. "Es el vivo retrato de su abuelo y tiene su misma voz, canta como él", argumenta sobre su vástago, cantante en sus ratos libres. Sin embargo, Dan no se prestó a sus anhelos. "Ése es tu tema, mamá. Estoy una generación alejado de eso. No tiene nada que ver conmigo", se excusó él. En una conversación por teléfono desde Chicago, el hijo de Julie se explaya: "Esto de Sinatra es como una película de terror de serie B. Mi mamá lo ha pasado muy mal. La verdad es que me educó sola, sin ayuda. No es nada dada a las fantasías, pero no quería ni que me contara el asunto Sinatra, no quería pasar a formar parte de un ‘expediente X’. Eso sí, ella ha seguido erre que erre, a su manera, tranquila, recopilando pruebas. Ahora, está claro que mi madre tiene aterrorizados a todos esos abogados de Los Ángeles".
A los tribunales. Julie se estrelló una y otra vez en sus esfuerzos por ponerse en contacto con la familia. "Tina, segunda hija de Frank, me conminaba a largarme con viento fresco. No me dejó más alternativas que acudir a los tribunales", explica. Era consciente de que, para fortalecer su demanda, iba a necesitar mucho más que la íntima confesión de su madre. Se estudió todo lo que se ha escrito sobre la relación de Frank Sinatra con una aspirante a actriz a principios de los años 40 y a la que le habían dado pequeños papeles en las películas del cantante (Dorothy aparecía en cinco). En el libro de Kitty Kelley, el ayudante personal de Sinatra, Nick Sevano, habla de la aventura de éste con Alora Gooding: "Él estaba loco por ella, estaba realmente enamorado. La aventura duró unos cuantos años y Frank llegó a plantearse incluso abandonar a Nancy por su causa".
En su búsqueda de la verdad, Julie contrató abogados que a su vez contrataron investigadores privados. Presionaron a los albaceas de la herencia de Sinatra para que le dieran una respuesta. Julie escribió una carta a Tina Sinatra en la que adjuntó un buen número de fotografías para demostrar el enorme parecido físico que tenía con el resto de sus hijos, y especialmente con el propio Frank. Todo el correo fue devuelto. El hijo varón de Sinatra, Frank Sinatra Jr., tuvo la curiosidad suficiente para contestar algunas de las llamadas de teléfono. Julie dice que su hermanastro, aun receloso y muy protector de su familia, ha sido el único que la ha tratado con un poco de compasión. El vástago le dijo que sus llamadas y sus cartas estaban "causando un gran malestar a la familia" y le anunció que el asunto tendría que resolverse en los tribunales. No aceptó reunión alguna y se negó a hacerse un análisis de ADN. Por último, concluyó la conversación con estas palabras: "Buena suerte con el tema éste de la identidad".
Con la tozudez por bandera, Julie acorraló a los abogados de Sinatra y exigió la realización de un análisis de ADN, solicitud que le fue denegada: California es uno de los cuatro estados del país en los que no se puede exigir a los familiares análisis de ADN si ellos no dan su consentimiento.
Para mayor desgracia, y en plena batalla legal, el 14 de mayo de 1998 murió Frank Sinatra. "Lo único que pretendía era hablar con él, decirle que no le echaba la culpa de nada de lo que había ocurrido, pero no me lo permitieron. Parecían completamente aterrorizados conmigo".
El 30 de septiembre de 2002, arrastrando ya las secuelas de su esclerosis múltiple, Julie asistió en el Tribunal Superior de Los Ángeles a otra audiencia sobre el proceso de validación pública del testamento del cantante y actor. No estaba representada legalmente en el acto, pero de repente se levantó y declaró: "Yo soy Julie Sinatra y me opongo a este proceso". Aún en estado de shock, los abogados de la familia trataron de conseguir que el juez Stoever rechazara la demanda de Julie contra la herencia. Con habilidad, Julie consiguió presentar sus objeciones a la validación del testamento . Y hubo audiencia. A su término, el juez falló que los representantes legales de la familia Sinatra debían llegar a un arreglo con la hija ilegítima. Así que el 19 de diciembre de 2002 ambas partes consiguieron llegar a un acuerdo: 100.000 dólares para ella.
ADN y apellido. Sin embargo, Julie iba tras el reconocimiento de su filiación, no de una mísera cantidad de dinero. Estaba dispuesta a renunciar a toda compensación monetaria a condición de que su familia se sometiera a una prueba de ADN. Al final de su lucha chocó contra una pared: los tribunales de California desestimaron nuevamente su pretensión.
A día de hoy, Julie ha retirado sus demandas de ADN. Tampoco quiere que se la considere una heredera más. Su motivación auténtica, asegura, era conseguir que su identidad se hiciera oficial, trascendiera. Seguro que el nombre de Sinatra le aportaría algunas ventajas profesionales de cara a sus aspiraciones musicales. En diciembre de 2002 se presentaba a sí misma como The Blue Eyed Daughter of Ol’ Blue Eyes (la hija de ojos azules del viejo de ojos azules), con interpretación de su propio material "y algunas de las canciones de mi papá", en el Sedona Creative Life Centre de Arizona.
Quizá esa noche recordó el fugaz encuentro que el destino le deparó con su verdadero padre. Ella tenía 11 años e iba de viaje con su padrastro Tom Lyma. Se alojaron en el Hotel Cal-Nevada Inn: "Yo estaba en el vestíbulo mientras Tom bebía en el bar. De las oficinas salió un hombre delgado, con traje de color azul que hacía juego con sus ojos azules claros. Reparó en mí. ‘¡Hola, pequeña! ¿Qué haces aquí?’, me dijo. ‘Estoy con Tom Lyma. Está en el bar y a los niños no nos permiten entrar’. El hombre de ojos azules pareció que se ponía en guardia al oír aquel nombre. Debió recordarle inmediatamente a mi madre. ‘Ahora tengo que irme a trabajar’, me dijo". Y La voz se evaporó. "Aunque no fue más que un instante, era Frank Sinatra. Era mi padre. Me imagino que Dios quiso regalarnos aquel momento . Tengo que creerlo así porque me da algo a lo que aferrarme".
Una herencia desafinada
Por Javier Caballero
En el mundo de los vivos (el mito nunca perece), “La voz” se silenció para siempre el 14 de mayo de 1998. Dejó un puñado de películas memorables, Oscar incluido, 1.300 canciones e inolvidables conciertos en casinos de dinero negro. También una fabulosa herencia de 200 millones de dólares, unos 180 millones de euros.
Con su despedida en el cementerio de Palm Springs aún reciente, comenzó el jaleo: los herederos se despellejaron por el legado del cantante de cabecera de la Mafia. A su viuda Bárbara (ex del cómico Zeppo Marx) le correspondió un monto de tres millones de euros, las casas de Malibú y Beverly Hills y la explotación de un complejo de oficinas en Los Ángeles. Nancy, Frank Jr. y Tina, hijos de su primera esposa Nancy Barbato (se desposó también con las actrices Ava Gardner y Mia Farrow) recibieron los derechos de los discos de Reprise Records, que incluían sus grandes éxitos desde 1960 a 1988, como “Strangers in the night”.
Por culpa de la herencia, Bárbara y los vástagos “no podían estar juntos ni un minuto en la misma habitación”, rezaba el “Newsweek” sobre el asunto. Finalmente, la viuda se quedó con los “royalties” de los discos posteriores. Antes de su muerte, Sinatra pidió que un tercio de su fortuna fuera para orfanatos.
Para Julie, hija bastarda fruto del amor furtivo con Dorothy Lyma, los albaceas de “La voz” destinaron 100.000 dólares, propina y mordaza que no lograron tapar un escándalo latente.
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