por Roberto Pérez Betancourt, AIN *
Página ilustrativa de la formación antiimperialista de Fidel Castro fueron los sucesos del cinco de junio de 1958, enmarcados en la ofensiva que desató el Ejército de la tiranía batistiana contra las tropas rebeldes en las montañas, apoyado por abundantes suministros bélicos y asesoría del gobierno norteamericano.
El día señalado, encontrándose Fidel por Minas de Frío, fue bombardeada una amplia zona en la que se hallaba el hogar de Mario Sariol, destacado colaborador campesino del Ejército Rebelde, quien de acuerdo con el relato de testigos presenciales apenas tuvo tiempo de hallar refugio para él, su esposa y sus cinco hijos.
En sus memorias de la guerra, narra el combatiente William Gálvez que tan pronto desaparecieron los aviones militares de la dictadura, Mario se dirigió al sitio donde yacía destruida su casa, y entre las ruinas recogió algunos pedazos de metralla.
Posteriormente se encaminó hacia el campamento donde se encontraba el líder de la Revolución y le mostró los fragmentos de bombas y cohetes que tenían grabada la inscripción USAF (United States Air Force).
Sariol recordaría más tarde que el Comandante en Jefe exclamó indignado:
“Esto lo van a pagar bien caro los americanos”.
Momentos después, el Comandante en Jefe del Ejército Rebelde escribía una histórica carta a Celia Sánchez:
Celia:
Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero.
A lo largo de la campaña insurreccional no faltarían otras claras evidencias de la injerencia norteamericana en la lucha que libraba el pueblo cubano para derrocar a la tiranía, causante de más de 20 mil muertos, a la que abastecía abundantemente de armas y municiones.
Aunque se trataba de una ayuda sustancial a la dictadura, la historia misma se encargaría de evidenciar que, sin el factor humano decidido a combatir por un verdadero ideal patriótico, sería siempre insuficiente cualquier avituallamiento prodigado por la administración norteamericana con el propósito igualmente estratégico de preservar su dominio neocolonial.
La temprana determinación de Fidel mostraría además sus dotes de estratega lúcido, capaz de vislumbrar realidades más allá de las simples apariencias, lo que en el transcurso de 50 años de Revolución triunfante ha quedado claramente expuesto en el enfrentamiento victorioso a las agresiones y maniobras contra Cuba por parte de 10 administraciones estadounidenses.
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